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El cannabis tiene la capacidad de prosperar en diferentes climas y suelos, aunque también es posible que se enfrente a una serie de carencias. Poder detectar dichas carencias a tiempo es fundamental para tener éxito en el cultivo.
Por su naturaleza, el cannabis prospera en multitud de suelos y climas, encontrándose en lugares tan diferentes como rocosas cimas de montaña, o suelos tropicales a nivel del mar. Es una planta con gran capacidad de adaptación, pudiendo sobrevivir en un abanico de condiciones enorme. Esto no significa que alcance su máximo esplendor en cualquier lugar, encontrando frecuentemente limitaciones de uno o varios elementos que deberemos aportar.
Dichas limitaciones pueden ocurrir por varios motivos: por la ausencia del elemento en cuestión, por competencia directa con otro elemento, o porque las condiciones químicas del suelo no permiten su asimilación. Las carencias pueden existir semanas antes de que veamos los primeros síntomas, siendo estos visibles cuando la situación reviste cierta gravedad. A continuación, enumeramos las señales y circunstancias a las que debes estar atento para detectar precozmente problemas nutricionales y así sacar el máximo potencial de tu cultivo.
La variación de color es una de las señales más llamativas que podemos detectar en la planta, y si sabemos leerla nos dará mucha información sobre qué está pasando en nuestro cultivo. Pero ¿cómo debemos interpretarlas? Para esto es importante conocer la diferencia entre nutrientes móviles e inmóviles. Los móviles (nitrógeno, fósforo, potasio y magnesio), pueden desplazarse dentro de la planta desde zonas más antiguas hasta las que están en crecimiento activo y son por tanto más importantes. El caso opuesto son los nutrientes inmóviles (microelementos), una vez ubicados en la planta, nunca abandonarán su posición. Esto nos sirve para, observando dónde se produce un amarilleamiento, saber si el problema es un macro o un microelemento y reducir así mucho la lista de sospechosos.
De esta forma, si vemos amarillear una planta por debajo sabremos que el problema es un elemento móvil:
En caso de que los amarilleamientos se produzcan en las yemas en crecimiento, sabremos que la carencia es de algún microelemento. La absorción de casi todos ellos se ve afectada por un pH inadecuado y por el exceso de algún otro elemento, es por esto que probablemente tengamos una carencia múltiple. En este caso la solución pasa por medir el pH de drenajes y riego, comprobar que tenemos un plan de abonado equilibrado, y en caso de que todo esté correcto, comenzar el aporte constante de un corrector de carencias con todos los microelementos
Los elementos nutritivos dan forma a la estructura y metabolismo de las células. Cuando la planta no dispone del suministro necesario, la maquinaria celular no funciona correctamente pudiendo llegar a la pérdida de tejido. Como hemos comentado anteriormente, la carencia de potasio se manifiesta con amarilleamientos y quemaduras en los bordes de la hoja. Sin embargo, la falta de calcio produce necrosis en forma de pequeños círculos por toda la superficie foliar. Por el contrario, un exceso de fertilizantes hará que se quemen primero puntas de las hojas por ser la parte que más transpira y por tanto la que más sales acumula.
El potasio y el fósforo regulan hasta cierto punto la longitud del nudo. Nudos excesivamente cortos pueden delatar el exceso de uno o ambos elementos. En caso de haber demasiado fósforo, podemos provocar un déficit de microelementos como el hierro, mientras que un exceso de potasio puede afectar a la absorción de calcio y magnesio.
Por el contrario, si nuestros entrenudos son demasiado largos, las plantas están bien iluminadas, y no estamos aplicando mucho nitrógeno, probablemente nuestro cultivo necesitará más cantidad de alguno de los dos elementos citados.
Las hojas modifican su orientación siguiendo al sol en su recorrido diario, por lo que no tienen por qué estar perfectamente paralelas al suelo. No obstante, hay situaciones donde la inclinación exagerada de las hojas revela un mal funcionamiento de la planta.
Siendo uno de los elementos más consumidos, el carbono es uno de los grandes olvidados. Asimilado en forma de CO2gaseoso, en exterior nunca es un problema por la constante renovación del aire que rodea planta, pero en cultivos de interior con extracción insuficiente, puede aparecer una detención del crecimiento como único síntoma. Al comprobar todas las variables, temperatura, humedad, riego, fertilización, sustrato, rendimiento de equipos eléctricos…. podemos ver que todo está en orden, pero aún así la planta no se desarrolla correctamente. En estas circunstancias, la explicación más probable es que la fotosíntesis se vea afectada por falta de carbono para fabricar azúcares. Si la planta no dispone de un suministro regular de CO2 durante la fase luminosa, no podrá desarrollar sus procesos correctamente y su crecimiento y producción serán muy pobres.
Cuando damos nuestros primeros pasos en el mundo de la jardinería, es frecuente recibir consejos de muchas fuentes, siendo el abonado uno de los temas más recurrentes. En nuestra inexperiencia, hemos de huir de gurús y expertos de barra de bar: no debemos lanzarnos al uso de abonos pensados para la agricultura convencional sin contar con un asesoramiento competente, como tampoco debemos usar programas o tablas de abonado de cultivadores que no hayan demostrado su valía. Una cantidad excesiva de algún elemento, pronto inducirá desequilibrios y carencias de otros elementos o peor aún toxicidad. El mejor consejo que puede seguirse, es usar abonos complejos específicos para la especie que cultivamos y respetar las dosificaciones. Si llevamos tiempo usando algún abono simple, los problemas estarán seguramente a la vuelta de la esquina.
Por sus distintos orígenes, el agua puede tener composiciones muy diferentes: poco se parecen por ejemplo el agua de lluvia y la de un pozo cerca del mar. Hay que aclarar que tan malo es el exceso como el defecto: el agua procedente de lluvia o del aire acondicionado no contendrá calcio o magnesio, con lo que deberemos aportarlos antes de que se agoten las reservas del sustrato. Manantiales próximos al mar probablemente contengan sodio, que competirá con otros elementos dificultando su absorción y dando problemas a la larga. Existen en el mercado abonos complejos tanto para aguas duras como para aguas blandas, lo que facilita el trabajo del cultivador y ayuda a obtener buen resultado en ambas circunstancias.
Un pH inadecuado disminuye la solubilidad de los nutrientes y por lo tanto su disponibilidad para las plantas. Los cultivadores generalmente saben esto y ajustan el pH del agua de riego a valores óptimos. El problema es que existen una serie de procesos que modifican el pH del sustrato, pudiendo hacer creer erróneamente que la acidez se encuentra en un nivel adecuado cuando no es así. Estos procesos son los siguientes:
Estos tres mecanismos actuando conjuntamente, pueden dar lugar a bajadas de pH de varios puntos, pudiendo inducir bloqueo de algunos elementos y toxicidad por aluminio, elemento que se libera en condiciones de excesiva acidez. Para evitar esta situación pueden tomarse varias medidas:
Todo lo expuesto anteriormente, puede resumirse en estos consejos:
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